¿Y si ponemos el tema del envejecimiento de la piel en perspectiva?
Empecemos por el principio. El envejecimiento de la piel comienza bastante pronto, alrededor de los 25 o 30 años. Con el tiempo, las células se renuevan con menos rapidez. ¿El resultado? Una tez apagada y una deshidratación que, si no se corrige, abrirá la puerta a las primeras arrugas.
Por si fuera poco, la piel va perdiendo su tono, su elasticidad y su firmeza. Una situación provocada por fenómenos internos (hormonas, reloj biológico, etc.) pero también por fenómenos externos como la exposición al sol o el tabaquismo.
Por supuesto, el envejecimiento (en general y de la piel en particular) es inevitable. Pero es muy posible ralentizar el impacto del tiempo de forma sencilla y natural. Aceptar y comprender el envejecimiento de la piel nos permite seleccionar los tratamientos antiedad más adecuados. Según el caso, estos tratamientos pueden prevenir la aparición de nuevos signos de envejecimiento e incluso hacerlos menos visibles.